Hidratación: La importancia de la hidratación radica en el
hecho de que es justamente una acción que permite seguir realizando las actividades
de manera saludable, por medio de este proceso se le otorga al cuerpo una buena
ración de líquidos perdidos o consumidos. La persona puede hidratarse de manera
específica cuando toma líquidos luego de hacer ejercicio, pero también puede
hacerlo cuando consume líquidos como parte de su alimentación común
(infusiones, agua, gaseosas, jugos, etc.).
Según se recomiendan una
persona debe consumir normalmente entre uno y dos litros de agua por día para
reponer aquellos líquidos que son consumidos por el organismo. Es importante considerar
el hecho de que cuando se presenta la sensación de sed es cuando el organismo
manda señales al cerebro para concientizarlo de ese estado de deshidratación,
por lo cual es siempre recomendable consumir líquidos incluso cuando no se
tiene sed (Cerda, 2010).
Deshidratación: La deshidratación se produce cuando nuestro
balance hídrico es negativo, es decir, que perdemos más agua de la que
ingerimos, Nuestro cuerpo es complejo a la par que sabio, por eso, cuando
detecta una bajada de la cantidad de agua en nuestro organismo dispara nuestra
sensación de sed: nos empuja a beber para mantener el equilibrio hídrico (Angulo,
Galindo, Avedaño, & Perez, 2011). Existen 3 tipos
diferentes de deshidratación:
- Deshidratación
Isotónica: se produce cuando perdemos aproximadamente la misma cantidad de agua
que de electrolitos.
- Deshidratación
Hipertónica: se produce cuando la cantidad de agua que perdemos es mayor a la
de electrolitos
- Deshidratación
Hipotónica: tiene lugar cuando nuestro organismo pierde más electrolitos que
agua.